domingo, 29 de mayo de 2016

MI AVENTURA GRIEGA III


    A la mañana siguiente atracamos en la isla de Creta, más exactamente en su capital Heraclión. Como cada mañana nos esperaban los autobuses para hacer un recorrido por la isla. Lo primero que visitamos fue Querroseno con restos de las civilizaciones romana y bizantina, situados en un gran promontorio rodeado de bellos acantilado, se hallaban próximas al bello pueblo de Malia poseedor de un antiguo castillo y una hermosa playa de arena blanca.

    El camino de regreso estaba jalonado de artesanas haciendo los bordados clásicos de la zona. Exponían los manteles, sábanas y tapetes a su alrededor, sin embargo los hombres nos ofrecían los  trípticos e iconos ortodoxos helenos.

    Al llegar a Malia, nos encaminamos hacia el bar más próximo, en cuanto atravesamos el umbral fuimos directas a los lavabos. Nos refrescarnos la cabeza y nos mojamos la gorra para mantener baja la temperatura corporal.

   Se estaba tan fresco que nos sentamos un buen rato a degustar unos ricos granizados de naranjas. Volvimos al autobús para hacer un circuito por la isla hasta llegar a Heraclión.

    Una vez el centro de la ciudad iniciamos el recorrido hacia la fortaleza veneciana  bañada por el mar y las murallas que circundan la ciudad. Otros lugares de interés  que visitamos fueron: la iglesia de San  Marcos, el monasterio de San pedro y San Pablo ambos del siglo XIII.

 La Logia Veneciana que en la actualidad acoge el Ayuntamiento, la Candia veneciana que era famosa por el abastecimiento de agua a través de acueductos y las fuentes como las de Bombo, Morosini, Sagredo y Priuli. Todo ello pasó después de que desapareciera la civilización Minoica que fue el centro más importante de dicha civilización.

 Luego la bizantina y después los sarracenos que fueron expulsados de Al-Andalus construyeron un foso alrededor de la ciudad para su defensa, hasta ser masacrados por los griegos y su dominio duró doscientos cuarenta y tres años hasta que fue comprada por los venecianos.

     Nos decidimos  ir  al crucero para comer, ya que por primera vez se podía ir caminando y después volver a recorrer sus calles. Una vez saciado el apetito nos acercamos al camarote para aligerar nuestras mochilas y volver al casco antiguo de Heraclión. Sus calles estaban abigarradas por los comercios de todo tipo daba tiempo para entretenerse toda la tarde.

    Quería comprar un pequeño icono para mi dormitorio pero uno específico que me gustó al bajar del castillo de Cnosos. Lo busqué por cada tienda hasta que lo encontré.

 Comencé el regateo con mi ínfimo inglés pero al final  conseguí  un buen precio. Ella no se atrevió a regatear y se quedó sin él. Continuamos paseando admirando su arquitectura  más vulgar, los escaparates de las grandes y pequeñas joyerías, las de objetos de recuerdo.

 Entramos en un comercio muy curioso por la cantidad tan variada de productos, allí Amparo se hizo con un bonito sombrero, pues no se acordó de meter una gorra en la maleta.

    Ya estaba mediada la tarde el cansancio empezaba hacer mella en nosotras, pero ella no quería volver al barco así que compré un helado para degustar de regreso por el paseo hasta el buque, dejándola que siguiera disfrutando de los últimos momentos de Heraclión.

    Fui directa al camarote a darme una refrescante ducha y descansar un momento, el momento debió ser largo pues me desperté con su llegada. Mientras se duchaba yo me iba espabilando y pensaba… ¿qué me pongo?.. El dilema de toda mujer. Siempre llevamos más indumentaria de la que necesitamos, es el clásico por si acaso…

    Ya nos habíamos engalanado más que de costumbre con los vestidos largos de gala y arregladas de peluquería pues era la cena con el capitán. Antes fuimos a cubierta para ver por última vez  a Heraclión. Mientras nos alejábamos en el crucero su fortaleza destacaba cómo una bella isla con las tonalidades del atardecer, luego nos dirigimos a las salas de música y baile antes de ir a la gran cena.

    Entre los flases del fotógrafo haciéndonos las correspondientes fotos con el capitán para después darnos paso al embellecido comedor. Con una pantagruélica cena y unos deliciosos postres mediterráneos, y cómo colofón nos obsequiaron con unas bellas melodías. La fiesta continuaría en cubierta hasta  altas horas de la madrugada.
 
 
Pintura de M. Morrison
                                      
 

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