viernes, 27 de mayo de 2016

MI AVENTURA GRIEGA II


    Estábamos atracados en Mikonos  cambiamos el autobús por una embarcación que nos llevaría  a la isla de Delos en el centro del archipiélago de las Cícladas.

    En la antigüedad Delos era un importante santuario donde la mitología coloca a Apolo y Artemisa. La isla era un centro de culto y ferias, las cuales se denominaban Delias. Cómo sus habitantes no eran autosuficientes  importaban todo lo necesario, ello dio lugar a un gran puerto comercial que los romanos conquistaron para hacer la competencia a Rodas. Se conserva una fuente minoica, varios restos de plazas de mercado, el templo  dedicado Apolo, la terraza de los leones de los que solo quedan siete, el  templo a Dioniso,  de Hera y la Casa de los Delfines.

    El calor era asfixiante en la isla solo había una cafetería que dejamos sin existencias. Nos avisaron de la salida de la embarcación ya que el mar se estaba agitando mucho, cuando ya habíamos navegado la mitad del trayecto a lo lejos vimos una pareja que hacía aspavientos para que les esperásemos, las protestas no se hicieron de rogar. Los improperios se oían por todos los rincones del barco y el agua inundaba la primera planta de la embarcación con los embates de las olas.
El patrón dio media vuelta para recoger a la despistada pareja, cuando estuvieron a bordo escucharon lo que debían y lo que no. Lo que nos sacó de quicio fue cuando nos comunicaron que la excursión por Mykonos se suspendía por el retraso sufrido. Solo nos hicimos una foto mientras nos dirigíamos al buque para tener una demostración de haber pisado Mykonos.

    Con la rutina de las tardes en los cruceros los baños en las piscinas, el entretenimiento social programado, los ratos en la biblioteca o en recoletos cafés con música suave y con un buffet para tomar algún piscolabis. Así se pasaba el tiempo hasta la hora de la cena, después acudíamos al teatro más tarde a la discoteca o a contemplar el universo en cubierta.

    A las siete de la mañana atracamos en un pequeño puerto de Santorini, nombre de origen italiano que recuerda el dominio de la república veneciana. Conquistada  de nuevo por los griegos  la llamaron Thera. Actualmente pertenece a Grecia dentro del archipiélago de las Cícladas en el mar Egeo. La actual Santorini está formada de los restos de una erupción volcánica que destruyó gran parte de su territorio. Dando lugar a una gran caldera geológica  el mar engulló su antigua e importante civilización  Minoica. Su capital Fira, cuelga desde  lo alto de un acantilado que desciende hasta la boca del volcán ahora cubierto por el mar.

    Subidos al autobús hicimos un recorrido por la isla hasta llegar a la población de Oia, coqueta y volcánica, sus habitantes reutilizan la piedra para fabricar accesorios femeninos y también objetos decorativos. Muchos trocitos los embolsan para venderlos, son las conocidas piedras pómez españolas de nuestro Teide.

    Aquí me surtí de regalos originales. Las hermosas panorámicas desde el acantilado empezamos a fotografiar lo más interesante de Oia.

    De nuevo al autobús  camino de Fira. El calor más acuciante que en España no dejábamos de hidratarnos por dentro y  por fuera mojando la cabeza y la gorra para mantenernos frescas el mayor tiempo posible. Su arquitectura de líneas en su mayor parte redondeadas, los colores blancos y azules típicos del Mediterráneo le daba una belleza especial. Sus estrechas calles llenas de comercios en los que dominaban las joyerías, al pasar por una de ellas se escuchaba  música clásica, que reconocí al momento por ser una de las piezas que oía en casa.
Ello me indujo a entrar para observar las joyas tan bonitas  de plata  unas talladas y otras grabadas con sus característicos edificios, los anillos con sus formas especiales parecían que  puestos en los dedos formasen un todo. Amparo se lo compró de forma escultórica y yo la grabada.

    Cansadas por el inmenso calor y las cuestas interminables de sus calles decidimos tomar el funicular que nos bajaría por el acantilado hasta la cercanía del buque. Otros recorrían la distancia montando en burro y los más deportistas bajaban andando.

    Una vez en el barco nos fuimos al camarote que compartíamos tomamos unas duchas, descansamos unos minutos hasta la hora de comer.

    El buffet estaba muy completo con toda clase de platos mediterráneos los arroces, las pastas, los pescados, las carnes junto con las ensaladas nos abría tanto el apetito que comíamos demasiado, seguro que al finalizar el crucero nuestro peso corporal habrá aumentado por lo menos en un par de kilos.

    Por la tarde nos reunimos para participar en los juegos de cubierta para más tarde darnos un bañito en la piscina. Mucha y variada diversión para disfrutar de toda una tarde embarcados. Las tiendas con variados productos desde ropa, bisutería, complementos, joyería y todo lo relacionado con la fotografía e imagen. Se abrían a los pasajeros cuando el barco se hallaba en alta mar, porque los precios eran más económicos que en los lugares turísticos. Después de tanta distracción y muy cansadas regresamos al barco.
 
 
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